No todas las empresas que incumplen una normativa lo hacen adrede. En muchas ocasiones, se producen fallos por desconocimiento, ya que la globalización y el elevado ritmo de producción legal hace que sea muy fácil pasar por alto alguna actualización o un reglamento local. Para evitar estas situaciones, en los últimos años ha emergido con fuerza la figura del Compliance Officer o responsable de cumplimiento normativo, que tiene por función velar por que las políticas y procedimientos de las compañías se ajusten a la legislación.
Tanta es la fuerza de esta figura que la consultora Hays lo señala como el perfil jurídico más buscado en la última edición de la Guía del Mercado Laboral 2016. En España la necesidad de contar con este tipo de profesionales se ha acentuado tras la última reforma del Código Penal, que agrava las responsabilidades y contempla el reconocimiento de la responsabilidad penal de las personas jurídicas.
Pero ¿en qué consiste el trabajo del Compliance Officer? Estos profesionales identifican mapas de riesgos penales, elaboran los planes de cumplimiento normativo, los implantan y cruzan sus recomendaciones con las actividades diarias de la empresa. Abordan temas de privacidad, medioambientales, fiscales, de blanqueo de capitales, fraude y delitos contra la Seguridad Social, entre otros.
Además, ante el elevado volumen de producción normativa y de riesgos potenciales, una forma de mitigar y de evitar la responsabilidad penal es disponer de modelos de responsabilidad penal. “Son modelos aplicados a la prevención y detección de la comisión de posibles delitos en el contexto de la actividades legales de la empresa”, explica Alain Casanova, socio de KPMG Abogados.
Casanovas advierte que las consecuencias de no disponer de estos modelos de prevención no son solo penales sino también el riesgo reputacional para la empresa y la consecuente pérdida de confianza o credibilidad de los consumidores.